El festejo por la consagración argentina en le mundial de Qatar fue un fiel reflejo del pueblo en las calles: desorganización, descontrol, pasión, alegría y festejo. El país disfrutó a su manera de un momento único con millones de personas en las calles que disfrutaron de un momento histórico.
Los jugadores apenas si pudieron hacer unos 10 kilómetros en 5 horas y debieron abortar el deseo de ir al Obelisco en el micro descapotable elaborado especialmente para la ocasión. Por recomendación de los organismos de seguridad dieron una “vuelta aérea” en helicópteros y regresaron al predio de Ezeiza.