viernes 28 de junio de 2024 - Edición Nº2032

Espectáculos | 11 ene 2021

Tato, el rey del sarcasmo entre el humor y la política

Tato Bores fue uno de los humoristas que más y mejor entendió el humor de los argentinos. Dueño de prólogos inolvidables, fue un dolor de cabeza para la clase política, que hasta lo censuró en épocas de menemismo.


Mauricio “Tato” Brensztein fue uno de los grandes cómicos que tuvo Argentina. Forjó más de 50 años de carrera en base a una serie de monólogos que hicieron tambalear a la clase política y le terminaron dando un nivel de popularidad y aceptación que podría haber resultado la envidia de cualquier candidato.

Tato Bores nació en 1925 y murió en 1996. Actuó en más de 50 películas, pero su fuerte siempre fueron el humor y sus monólogos. Cada uno de ellos causaba sensación en las diferentes épocas en lo que los usó y no hizo más que interpretar, con acidez, sarcasmo y humor, lo que la gente de a pie pensaba de la actualidad del país.

A Tato siempre le interesó el arte. Fue plomo de tangueros famosos, estudio clarinete y su particular sentido del humor hizo que su vida tome un giro inesperado, cuando un monologuista lo vio contando chistes entre un grupo de amigos y le propuso escribir para él.

Su velocidad mental y su verborragia fueron fundamentales para crecer en su carrera. Si bien la actuación era otra de sus pasiones, los monólogos lo consagraron. A través de ellos podía decir lo que otros no podían o no se animaban.

Entre la década del 60’ Y 70’, Tato ya era una celebridad. Sus programas eran exitosos, la gente lo amaba y sus monólogos trascendían las fronteras. Pero esa fama llevó a toparse con políticos que lo persiguieron y censuraron, pensando que podrían callarlo.

Así fue como sus desapariciones esporádicas duraban un tiempo, un cambio de mandato o se pasaba la bronca de los mandatarios y volvía al aire renovado, generando una enorme ansiedad entre los televidentes que querían saber más de sus ideas trasladas al papel.

Acaso en una de sus censuras más recordadas, Tato en el final de su carrera puso en ridículo a la jueza María Servini de Cubría, a quien ridiculizó con una canción que entonaron a capela decenas de artistas y famosos para respaldarlo públicamente de en una situación dantesca.

El 11 de enero de 1996 su vida se apagó, después de haber vivido 71 años y haber luchado contra el cáncer. Fue nombrado Ciudadano Ilustre y la Ciudad lo homenajeó con una estatua en la calle Corrientes. No es para menos, ya que su figura marcó para siempre al espectáculo nacional.

 

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