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Mundo | 9 feb 2021

Cambiando la historia: a 50 años de la creación del Frente Amplio

El Frente Amplio marcó un antes y un después en la política uruguaya, hasta entonces bipartidista. Irrumpió en la escena de los partidos blanco y colorado, y logró llegar al Poder Ejecutivo Nacional en 2005. Políticas inclusivas, progresistas, y liderazgos que buscan renovación resumen su situación actual.


El 5 de febrero de 1971, el general Líber Seregni fundó un frente compuesto por grupos de izquierda y disidentes de lo partidos Nacional y Colorado. Desde la independencia de la Banda Oriental, en 1825, Uruguay había sido bipartidista, por lo que la irrupción de un partido de corte popular modificó sustancialmente la arena política.

En 1990, el Frente obtuvo la victoria en las elecciones por la Intendencia de Montevideo, de la mano de Tabaré Vázquez, y continúa gobernando la capital de la mano de Carolina Cosse, quien goza de gran aceptación del electorado. En 1999 obtuvo la mayoría en diputados y senadores, y en 2005 con Tabaré Vázquez llegó a la Presidencia, por 15 años ininterrumpidos.

Si bien muchos lo encuadran en la izquierda, la realidad es que es un partido de centro, aunque con políticas de corte progresista. En lo económico no se apartó de un modelo del modelo liberal y neoextractivista –para muchos debido a su pequeño tamaño-, pero compensó apalancando la redistribución de la riqueza, en pos del ensanchamiento de la clase media, otorgando oportunidades antes impensadas a los sectores antes rezagados.

Seregni, con gran visión a futuro, supo amoldar la lucha de los sectores de izquierda (comunistas y socialistas) a la realidad uruguaya, en la que un partido más radicalizado no tendría posibilidades. Aunque al principio fue objeto de burlas y chicanas por parte de los partidos tradicionales que lo apodaban “colcha de retazos”, la unión de la izquierda socialista y comunista, con grupos más cercanos a la derecha (demócratas cristianos y sectores blancos y colorados progresistas), sindicalistas, obreros y estudiantes, demostró un gran pragmatismo y una gran capacidad para aunar los respectivos proyectos políticos bajo una única bandera. De hecho, ya ese mismo año, lograron presentarse a elecciones presidenciales.

La dictadura militar uruguaya (1973-1985), amparada en el Plan Cóndor, representó un duro golpe para el joven partido. Gran parte de sus fundadores fueron asesinados, otros como Seregni detenidos y torturados. Por ese motivo, una de las banderas del Frente continúa siendo la protección de la democracia, y la búsqueda de memoria verdad y justicia por los muertos, torturados y desaparecidos.

Tras el retorno de la democracia, y pese a las vejaciones sufridas, el Frente volvió con más ímpetu. Uruguay fue un caso exitoso de reconstrucción y participación de los partidos políticos en la vuelta de los gobiernos civiles, y si bien muchos acusan a los frenteamplentistas de subversivos, lo cierto es que han buscado desde el primer momento la institucionalización.

Los logros son visibles. Si bien el primer decenio del Siglo XXI fue beneficioso para el Cono Sur debido al auge de los precios de los commodities, el Frente logró que la bonanza llegue a todos los sectores sociales. Redujo la pobreza de un 32,5% a un dígito, e hizo que se transforme en el país más igualitario de la región, según la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe).

Si hay una palabra que define el momento actual del Frente Amplio es autocrítica. La victoria de Luis Lacalle Pou mostró la pérdida de confianza de los uruguayos en el modelo que proponen los frenteamplentistas. Si bien el triunfo de Cosse en Montevideo trajo alivio, el alejamiento de José “Pepe” Mujica y la muerte de Vázquez, demostraron que el partido carece de capacidad para la renovación de sus filas y para producir nuevos liderazgos.

Si bien durante los 15 años que gobernó fue ejemplo de democracia interna en la toma de decisiones, a través de los Plenarios del Frente Amplio, es cuestionable y no totalmente transparente la manera en la que elige sus candidatos. De hecho, la propia Carolina Cosse, para llegar a su actual cargo tuvo un camino sinuoso, y muchos siguieron apostando a la figura de Daniel Martínez, que no logró interpelar al electorado y coadyuvó a la victoria de Lacalle Pou.

Tal vez en la elección de sus dirigentes esté la clave de la pérdida de apoyo de sus bases, pese a los quince años de crecimiento ininterrumpido, los ambiciosos planes de vivienda cumplidos, la reforma estructural del sistema de salud (que brinda acceso a toda la población), la reducción de la brecha digital (que dotó a todos los estudiantes de computadoras), y las grandes inversiones en educación.

Otros límites que encontró el partido fueron los propios de la mayoría de los gobiernos progresistas en Latinoamérica: cuando los precios de los bienes primarios bajan, las políticas inclusivas ya no pueden seguirse sosteniendo sin déficit fiscal…

 

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